Reportaje en tiempo real desde La Habana.
“Maní, manisero se va. ¡Caserita no te acuestes a dormir, sin comerte un cucuruchito de Maní!
Vuelven los pregones a Cuba, al compás de la llamada apertura económica del actual gobierno, matizando la vida diaria de nuestras ciudades, un tanto diferentes al panorama que encontró catorce años atrás el Beato Juan Pablo Segundo.
En tiempos de Benedicto XVI y a tenor con la nueva realidad, hay una amplia variedad de trabajadores por cuenta propia, entre ellos selecciono por muy pintorescos, a los compradores de Oro:
“! Compro Oro, cualquier pedacito de Orooo!, se pesa al momento y se paga bien!...”
Al respecto, cuenta el hablar popular que uno de esos cubanos jocosos, repitió el nuevo refrán de moda, a la vista de Su Santidad y de los usuales objetos preciosos que acompañan una misa. Requerido, tal vez por un agente de la autoridad, atinó a responder:
Disculpe, pero es que ese es mi nuevo trabajo.
Cierto o no, el hombre merece el beneficio de la duda, como lo mereció el gran Galileo cuando dijo “pero se mueve” y, verdaderamente no sabemos si fue a penas un balbuceo para sí mismo, mientras enfrentaba a los inquisidores, mostrándole los instrumentos de la tortura.
Últimamente la gente en La Habana se ha vuelto más parlanchina que de costumbre y esto posibilita averiguar el consenso popular tras la partida del Sumo Pontífice, quien oficiara dos misas multitudinarias en las ciudades cabeceras del país.
Viene así a nuestro encuentro Caridad, una jubilada que vive en La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad y paraíso para turistas:
“El Papa es un hombre sabio, muy respetado. Había que oírlo, como hablaba el español, clarito para que lo entendieran sin traductor. Habló la verdad de la Iglesia, de la confraternidad entre todos los cubanos.”
Pero igualmente otros nacionales, bastantes diría yo, no están para filosofías, pues su vida actual y experiencias pasadas forjaron ideas diferentes. Tal caso nos encontramos al irnos hasta una barbería, sitio predilecto de quiénes gustan comentar los sucesos cotidianos. Enrique, el decano de los Barberos, cuenta un tanto de su historia:
“Como saben mis vecinos, estoy aquí desde hace treinta años pelando, porque fue el oficio aprendido de mi padre y mi hermano mayor. En el sesenta y ocho le intervinieron la barbería a Papá. Pasamos al estado con un salario. Parecía aceptable de momento, porque la plata más o menos alcanzaba y la empresa tenía los abastecimientos. Luego empezaron los NO, el falta esto y lo otro. Tijeras, maquinitas de pelar,…hasta el talco!”
“Nosotros mismos, para salvar los clientes, resolvíamos los problemas. Claro! , también la propina. Pero aquí siempre me quieren y me dan lo que les viene en gana. En definitiva, uno se pela con el que desea ¿No?
Interrumpo porque es bueno situarnos en la actualidad: Si Enrique, pero ahora con los cambios?
“Vamos a ver, yo lo veo casi como antes, pero un poco más legal. Somos una cooperativa, ponemos precios, lo que es mejor y nos administramos. Ahora bien, debemos pagar impuestos, salarios y llevar cuentas. ¡Ya veremos!”
Entonces, a lo que vine, ¿Del Papa qué?
“Chico, El Papa, como vino se fue. Habló bonito, misas y fotos, aplausos, pero aquí lo que la gente quiere es que le traigan la papa. Tú lo sabes, la comida diaria es un trauma. Ya uno no quiere ni verle la cara a la mujer por las tardes.”
La Barbería va tomando temperatura. Siempre hay clientes en espera y otros que simplemente hacen el tiempo mientras conversan. Otro señor, ante el tono del diálogo, mete la cuchareta:
Al Papa lo recibimos con dignidad y respeto, como Jefe de estado y de la Iglesia Católica. Le demostramos que somos un pueblo culto, firme frente al Imperialismo…
En este momento aparecen guiños cómplices y gestos indicando, no le hagas caso…ese hombre está loco, etc. De cualquier forma, su opinión es parte de muchas parecidas, de aquellos que, creyentes o no, aplaudieron como parte de la multitud.
Dejamos la barbería en ascuas y nos vamos por Teniente Rey, popular calle de La Habana vieja, donde numerosos artistas ofrecen sus creaciones a los turistas. Allí encontramos a Yuliesky, pintor y escultor:
“El Santo Padre nos trajo un mensaje de tolerancia, propiciando la reconciliación, el respeto a la opinión ajena, a la pluralidad. Con todos y para el bien de todos, como dijo Martí, el apóstol de nuestra independencia”.
Típico entre cubanos, cualquiera se mete en la conversación. Llega “Tato el Cojo”, quien va a su personal asunto:
“Es fácil hablar bonito con dinero de turistas en el bolsillo, por más legal que sea. Yo estuve en la guerra de Angola, regresé, ya me ven, comiendo en el comedor de los viejos solitarios. ¡Resulta que me batí allá y hoy no tengo ná!”
El buen “Tato”, un tanto malhumorado, sigue su camino calle abajo y yo me voy al parque, cerca de mi casa, casi en tiempo de retirada. Allí me encuentro con Miguel, obrero tipógrafo retirado, cuyo sindicato fuera antaño de los más combativos en Cuba:
“Aquí me ves amigo, esperando la carroza”. ¿Cómo que la carroza Migue, qué es eso? “Chico, la que nos llevará a todos, porque al final terminaremos en el mismo lugar”. No hables así hombre, mira que hasta El Papa vino a verte.-Sonríe sin llegar a la carcajada- “ El Papa, pues si es capaz de hacer un milagro, entonces que me resuelva la comida, porque ¡la cosa está que arde!”
Me despido de Miguel, quien por poco me obliga a una disertación teológica sobre la posibilidad de los milagros. Voy a casa, donde también he de enfrentar a mi mujer, recordando a Caridad, jubilada y católica devota, quien nos despide, imaginándome a la mismísima Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba:
“Su Santidad no vino a decirnos cómo debemos gobernarnos, pero ofreció un mensaje de solidaridad. Se opuso al bloqueo de los americanos, llamó a la participación de todos. Se reunió con el Presidente Raúl. Ellos hablaron mucho. Seguramente será para el bien de Cuba. Es tiempo ya de terminar con este calvario.”
*Periodista independiente cubano, radica en Ciudad de la Habana y sus despachos aparecen en varios sitios de internet sobre temas cubanos.