Mi conversión

Por: Ariel Pérez Lazo.*
Hoy es Sábado de Gloria. Sin embargo, no voy a escribir aquí sobre la resurrección sino de aquel momento en que decidí ser cristiano. Sin duda, fue un proceso. De niño, gracias a que mi abuela me llevo a una misa con siete anos, a la cual entramos con temor de ser vistos, escuche hablar de Jesús y salí de aquel lugar creyendo en el. Aunque no fui a una iglesia hasta casi diez años después, la semilla de la fe se implanto aunque mi abuela no me dijo palabra alguna sobre Dios sin que yo previamente le preguntara.
Recuerdo particularmente como le preguntaba a mi abuelo paterno sobre el origen del mundo, el murió cuando tenía siete años y me respondía con lo que después supe era la teoría de Jeans: la Tierra comenzó siendo como una bola de fuego que se fue enfriando. Y yo trataba de imaginar con mis escasos seis anos aquel evento, sin que la pregunta sobre el origen volviera a ser contestada hasta que la maestra de sexto grado preguntase al aula: ¿Si Dios creó al mundo, quien creó a Dios? pregunta que ya con once años me parecía estúpida. No sé el motivo pero ya tenía intuición del principio de causalidad.
 Luego vino la influencia de las creencias de tipo africano e incorpore a mis oraciones espontaneas-nunca logre aprender el Padre Nuestro a través de escuchar las oraciones de mi abuela, lo hacía muy bajito- invocaciones a deidades que mucho después supe excluían la Unidad de Dios.
Finalmente un día el Nuevo Testamento cayó en mis manos, leí los Evangelios y creí pero tuvieron que pasar dos largos años para que me decidiera a asistir regularmente a la Iglesia. Nada conocía sobre la doctrina del arrepentimiento, del perdón de los pecados y la salvación. Mi fe en Dios se basaba exclusivamente en la esperanza de la vida eterna tal y como aparece en el evangelio según San Juan. Esperanza que ya sabía obtendría por creer en Jesús como Hijo de Dios.
Mientras recuerdo mi conversión aflora otro más reciente: como en la Feria del Libro de Miami encontré un folleto que pretende predicar el islamismo. Y lo asocio con la alteridad de este fenómeno: tan solo hace unos días atrás leía como en el Reino Unido y en España se organiza una campana bajo el lema Es probable que Dios no exista, no tengas temor del futuro. Podrán algunos indignarse, a mi me deja con un poco de lastima. El ateísmo era en un tiempo una opción personal, era el derecho a no tener fe y no aceptar que le fuera impuesta la fe cristiana (la única fe porque el resto de las religiones carece de dicho concepto).
Negar a priori la existencia de Dios era cuando menos un capricho y lo más elegante intelectualmente ante la falta de fe era el agnosticismo. Pero negar, sin prueba alguna, a Dios era una especie de religión que finalmente ahora necesita ser predicada. Quizás a ella se refirió San Pablo cuando profetizo la llegada de un movimiento que se levantara contra Dios y todo lo que sea objeto de culto. Este ateísmo es una caricatura de cristianismo, establece una fe (basada en un acto de negación pero igual de fe) y para colmo hace apostolado. El barón de Holbach y Feuerbach deben estar mirando atónitos desde alguna parte. Si no fuera porque ya fue profetizado que lo hará la reina de Saba, ellos se levantarían en el Día del Juicio y digan a estos nuevos ateos: Yo no tuve fe pero no pretendí quitársela a los demás.
Con el Islamismo sucede otro tanto. Creyeron durante mucho tiempo en imponer la fe de Mahoma por la fuerza. Con la influencia cristiana han moderado en algunos lugares su lenguaje y acuden al apostolado, otro concepto tomado del cristianismo. Al ver este folleto del apostolado musulmán casi esbozo una sonrisa: parece un tratado popular de macro-ecumenismo. Los judíos tenían razón, los cristianos también pero Mahoma ha logrado conciliar ambas religiones y su síntesis es el Islam. Para ellos Jesús no murió, solo se desvaneció al ser retirado de la cruz, murió de muerte natural mucho después en un exilio a la India. Una se pregunta por qué no se le ocurrió al Profeta incluir a América en el periplo para así quizás ganar a los futuros mormones para la causa del Islam. Pero no pidamos tanto a Mahoma.
He descubierto que el Islam es casi una secta judaizante del cristianismo, llevada a sus extremos. Una tendencia ejemplificada por Testigos de Jehová, Mormones y Arrianos. Por supuesto, para lograr la unidad entre judaísmo y cristianismo hay que rebajar a Jesús, no hay otra manera como no la hay para reconciliar su mensaje con cualquier otra religión. Es por eso que en fondo el Islam y la New Age coinciden. No hay mucha distancia entre Mahoma y Arrio.
No me extrañaría nada que en un futuro, a tono con la guerra contra el terrorismo, se empiece a popularizar un islamismo sin guerra santa. En definitiva, ya en Europa hay varios millones de musulmanes. Ya en Cuba conocí a dos muchachas, una de la fe Bahai y otra sufista, dos variantes occidentalizadas, es decir, tolerantes, del Islam. Y ante este fenómeno: la tendencia a conciliar las religiones o a negarlas a todas, tengo que agradecer a Dios por haber escapado a ambas religiosidades del mundo contemporáneo y haber creído a Jesús.
* Licenciado en Filosofía Marxista y Master en Historia contemporánea por la Universidad de La Habana. Profesor de Historia de la Filosofía en dicha universidad desde 2005 hasta 2010. Investigador de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz de dicha universidad de 2007 a 2010. Profesor de Historia Universal en el Seminario Evangélico Metodista. Redactor de El Evangelista Cubano de 20078 a 2010. Resido en Miami desde 2010. He colaborado en publicaciones como Espacio Laical, Cubaencuentro y el Blog de Emilio Ichikawa.

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