Nuestra pequeña pero gigante hermana, Sara Marta Fonseca, hoy se encuentra en delicado estado de salud resultado de los golpes que le propinaron los sicarios de la dictadura.

Detenida a rastras por los esbirros, golpeada de manera inmisericorde, y agravada por su negativa a ingerir alimentos, así se encuentra la destacada activista por los derechos humanos, ejemplo de valentía en una mujer de confesión cristiana a la que el régimen pretende juzgar por “atentado”. Criminales y abusadores que maltratan a mujeres indefensas para después esgrimir que estas son las que “atentan”.
Que se levante nuestra voz exigiendo la inmediata liberación de Sara Marta Fonseca. “Hace apenas una hora que pude verla, ella se encuentra en un estado crítico, se ve muy demacrada, ha perdido peso y tiene un fuerte golpe en la columna vertebral, puede pararse pero con dificultad” declaro el hijo de la opositora, en nota que aparece hoy en la prensa.
Que no quede un solo cubano digno, en cualquier parte del mundo que se cruce de brazos y observe con indiferencia el calvario de Sara Marta Fonseca. Hay que movilizarse ya. Formemos un haz de voluntades que se entrelace a través de fronteras y países. Sara Marta, una mujer de las que luchan de verdad, de las que respaldan su palabra con hechos concretos, hoy sufre en carne propia la vesania de los castristas. Este es el llamado que desde hace varios días ocupa la Red.
Hay una dedicación criminal y rencorosa en el trato que hace el régimen contra esta incansable luchadora por los derechos humanos en Cuba. Ella es una joven madre cubana, cristiana de confesión bautista que ha sido objeto de los tratos más inhumados y crueles contra ella y su familia allá en Cuba. De ella escribió el Pastor Lleonart lo siguiente:
“…., con detestable violencia han maltratado su vivienda, con odio falaz le han lanzado toda clase de piedras e improperios y hasta la han amenazado de muerte. Es importante que esas turbas sepan que la hermana Sara no está sola. Que es una comprometida hija de Dios y que ponerle un dedo encima es ponérselo a Dios porque por cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí lo hicisteis (Mateo 25.31-46); y es ponérselo encima también a sus hermanos, muchos de los cuales lamentablemente aún no han despertado del letargo pero que pueden hacerlo en cualquier instante, especialmente si se siguen suscitando actos tan viles y cobardes como los que han tenido lugar en los pasados días contra nuestra pequeña pero gigante hermana”.
Denunciamos este atropello a la libertad de expresión, consigamos la solidaridad cristiana para con la hermana Sara Marta Fonseca, hagámoslo ahora, no esperemos que los asustadizos cristianos de sacristía en el Exilio y en Cuba promuevan algún gesto de solidaridad para con Sara Marta, no lo harán. El llamado a exigir la libertad incondicional de Sara Marta Fonseca junto con las valerosas mujeres que como Yris Pérez Aguilera, Donaida Pérez Paseiro y Yaimara Reyes Mesa, se encuentran “en paradero desconocido”.
¿Qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare? Si ella es muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; si fuere puerta, la guarneceremos con tablas de cedro. (Cantar de los Cantares 8.8b-9.
¡A protestar por todos los medios!
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