¡Dios perdone los corazones sin gratitud!

Por Ernesto Aquino
La Habana, 20 de mayo .- Para no perder los frutos –que a veces no son ni de nuestra propia siembra- debe el hombre mostrarse agradecido y generoso, aunque para ello tenga que sacrificar sus méritos (si los tuviera) y sus riquezas (aun cuando fueran muchas), porque la grandeza sólo se hace visible cuando no tiene que exhibirse.
Cuando creamos que hay error en los demás, es el momento de ser mejores que nosotros mismos, de permitir que sólo hable el silencio de la conciencia limpia y la serenidad del corazón sin mancha.
No se pueden dejar los asuntos de la razón y la justicia en manos de la furia, porque el argumento que carece de evidencias para convencer, no puede dictar sentencia; y mucho menos, esperar que los demás hagan causa común con la calumnia.
A quienes equivocaron el rumbo, por exceso de vanidad y prisa irresponsable, y se dejaron arrastrar por los celos y el resentimiento; a los que sin considerar sus deudas, salen a reclamar y a exigir recompensas inmerecidas, la soledad les reserva la tristeza de la indiferencia y la locura. ¡Dios tenga misericordia de los inconformes y los insatisfechos que nunca lograron ver la riqueza que perdieron!

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