La santería también es un arma de la revolución…, y uno de sus negocios.

Santería oficialista
Hace unos días, el vicepresidente Miguel Díaz-Canel  visitó el palacete en el Paseo del Prado donde radica  la Asociación Cultural Yoruba.  Reunido con los representantes de los Consejos de Babalaos Mayores, el número dos del gobierno les dijo: “Ustedes han sido muy fieles a la revolución”.
Nadie lo duda. No hacía falta que lo dijese el vice. Solo hay que ver las letras del año de la santería oficialista, apaciguadoras y en sintonía con los Lineamientos del Partido Comunista, bien distintas de las de la santería real que emiten los babalaos de la vieja casona de La Víbora.
La santería también es un arma de la revolución. Y uno de sus negocios.   Los babalaos oficialistas,  además de rogar a los orishas por la salud de Fidel Castro, con cantos en lengua y toques de tambores, recaudan bastantes dólares y euros para las arcas del régimen.
Cada vez son más los extranjeros que vienen para hacer iyabó en Cuba, sin reparar en los gastos. Hacer santo en Cuba puede costar a un extranjero entre 900 y 4 mil dólares. El precio depende del orisha escogido (Elegguá, por ejemplo, cuesta el doble que cualquier otro santo), de la fama del babalao y de la urgencia del cliente.
En Cuba resulta más caro hacerse iyabó, pero en el mundo prefieren la Regla de Ocha de La Habana que la macumba brasileña, y los sacerdotes de Ifá  cubanos que los de Nigeria, la cuna de la religión yoruba. No sólo por el aché más fuerte que pregona la Asociación Cultural Yoruba, siempre atenta al marketing místico-folklórico, sino también porque  en La Habana ocupada por la Policía Nacional Revolucionaria hay más  protección para los visitantes foráneos que en Lagos o Bahía.
Otra ventaja es que en Cuba no hay limitaciones en cuanto a la matanza de animales para alimentar con sangre los santos y las prendas.
Durante la reunión con Díaz- Canel, el presidente de la santería oficialista, Antonio Castañeda, afirmó que la Asociación cuenta con más de 30 mil miembros, de ellos 5 mil en el exterior.
Hace solo unos años eran  mil 169 los asociados extranjeros. O sea, se ha más que duplicado  la cifra de ahijados “yumas”  vestidos de blanco, con collares (generalmente traídos de Miami para ser “curralados” en Cuba) y guerreros, que pagan bien, saludan a los orishas, chapurrean “maferefún, padrino” y adicionalmente, propagandizan por el mundo las bondades del castrismo.
Así, gracias a los negocios de los babalaos y babalochas de utilería de la Asociación Cultural Yoruba,  los turistas extranjeros se están llevando de Cuba, además de  los tabacos, las obras de arte, las langostas, el son, las cotorras y la crema y nata de las jineteras y los pingueros,  también  el aché. Quiero decir, el poco que debe quedar, si es que queda alguno  porque dicen los que saben  –y no hay por qué dudarlo-  que  cada vez estamos  más ossobbo y con más muertos oscuros a rastras.

*Luis Cino Álvarez (La Habana, 1956). Trabajó como profesor de inglés, en la construcción y la agricultura. Se inició en la prensa independiente en 1998. Entre 2002 y la primavera de 2003 perteneció al consejo de redacción de la revista De Cuba. Es subdirector de Primavera Digital. Colaborador habitual de CubaNet desde 2003. Reside en Arroyo Naranjo. Sueña con poder dedicarse por entero y libre a escribir narrativa. Le apasionan los buenos libros, el mar, el jazz y los blues.

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