Cristiana antes de todo.

Marianao, La Habana, (PD) Profesar una religión en la Cuba castrista fue y es todavía para muchos creyentes, un gran problema.
Desde la llegada al poder del "Gobierno Revolucionario" se reprimió con severidad a los religiosos, especialmente a los católicos.
Hace algunos años las autoridades gubernamentales modificaron un tanto su insensata postura. Ahora, al menos a quienes no expresan una forma de pensar puesta a la del oficialismo, les permiten manifestar su religión o creencia.
Sin embargo, no dejan de ser ciertas las vejaciones sufridas por quienes se aferraron a su fe.
María del Carmen fue una de las víctimas de aquella implacable persecución, que incluyó insultos, privación de derechos civiles y políticos, destierro, golpizas y encarcelamiento. Como especialista en ciencias físico-matemáticas, esta mujer católica impartía clases en un instituto de segunda enseñanza, en la ciudad de Cárdenas. Conjugaba su vida con el trabajo, la atención a su familia y la catequesis de la parroquia "La Purísima Concepción".
En 1960 fue una de las que no se amedrentó ante las amenazas de los comunistas. Nunca dejó de asistir a misa en su querida iglesia. Tampoco abandonó sus oraciones, ni la práctica de acciones caritativas.
La firme actitud de la catedrática, como era de esperar, provocó un día, la ira del director de la escuela donde ella trabajaba. En una ocasión fue citada para una reunión, en la que varios directivos le exigieron abandonar el cristianismo. Ella, con su habitual ecuanimidad, defendió su creencia con valentía.
Unas semanas después del increíble incidente, la vida familiar de la maestra se afectó tras recibir un duro golpe. El menor de sus hijos falleció en un trágico accidente automovilístico. A pesar del inmenso dolor, María del Carmen se reincorporó enseguida a sus labores.
Pero como la dirección del instituto, el Partido Comunista y el gobierno no estaban de acuerdo en mantenerla en las aulas, frente a los estudiantes, ya que consideraban a la religión "el opio de los pueblos" –según el filósofo alemán Carlos Marx- , la echaron del centro escolar. Dicha expulsión tuvo lugar en un acto público, en el que la acusaron de "enemiga de la Revolución".
Nadie tuvo en cuenta la meritoria entrega de la pedagoga a la educación. Los años en que se esforzó a favor de la superación de las nuevas generaciones quedaron en el olvido. A María del Carmen no se le permitió ejercer en lo adelante el magisterio, ni siquiera en otro centro escolar.
Carmencita, como la llamaban sus amigos, no perdió la ternura que la caracterizaba. No obstante las profundas heridas que le abrieron sus antiguos "colegas", sobre todo los del Partido Comunista, supo perdonar.
A tres décadas de aquella horrible pesadilla, María del Carmen reside en Costa Rica. Es feliz porque ya nadie la persigue. En sus oraciones no sólo pide a Dios, bendiciones para su esposo e hijos, también para su inolvidable y querida Cuba.
*Enfermera, reside en Marianao, La Habana. Es miembro del Movimiento Independiente Opción Alternativa

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