Más de cinco décadas después del inicio del régimen castrista, durante las cuales el pueblo cubano ha clamado por el respeto de sus derechos humanos y su libertad, la Iglesia católica cubana en su reciente Pastoral “La Esperanza no Defrauda - Romanos 5.5 , dice “que dentro de las opciones que se presentan en la búsqueda del bien común la Iglesia opta por aquella que defiende y promueve la libertad responsable del hombre” y que la libertad ha sido creada “para ser fecundos y multiplicarse, dominar los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven en la tierra “.
Los derechos del hombre dados a todo individuo por nuestro Creador, no importa color ni sexo, derechos inalienables, derechos que no se pueden enajenar, es decir no se pueden transmitir, ni ceder, ni vender, no tienen opciones a elegir por el caudillo de turno. La búsqueda del bien común no es una opción, es un deber de todo gobierno a su pueblo.
La libertad es un don precioso que el Creador regala al ser humano pero va más allá del dominio de peces, aves y animales y el multiplicarse. La libertad es la facultad que se le da al ser humano a través de esos derechos inalienables de poder obrar según su propia voluntad. Libertad que según Aristóteles está ligada a la capacidad de decidir por sí mismo, para San Agustín en realizar el bien para alcanzar la beatitud y, según Hegel, el concepto es libertad de idea. Para el Martí luchador “la libertad, para ser viable, tiene que sincera y plena; si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república”.
La Pastoral habla de una nueva generación de cubanos con ambiciones diferentes a las que tuvieron sus antecesores. Una generación con “el firme deseo de que no solo el presente sea mejor que el pasado, sino que el futuro sea mejor que el presente”. Acá debemos preguntarnos, ¿es que acaso nuestros padres no quisieron lo mejor para nosotros? ¿No buscaban un futuro mejor para sus hijos y los hijos de sus hijos?
En este respecto, ¿cuál es la diferencia de la generación de ayer con la generación de hoy? La diferencia no es más que la opresión de un régimen que impide esa realización personal tan necesaria que permite tener la esperanza que no defrauda.
El régimen castrista defrauda la esperanza de los cubanos día a día con promesas que no se cumplen y glorias que no se logran. Los derechos humanos son concedidos al individuo por nuestro Creador, pero son garantizados a través de una Constitución. Y esa garantía solo la tendrá el pueblo cubano cuando exista un nuevo gobierno democrático elegido por el pueblo con una constitución que garantice a través de sus leyes, sus derechos inalienables.
El régimen comunista se prepara para un cambio fraude y como dijo Martí, el tigre “vuelve de noche al lugar de la presa. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo.” Cuan mejor hubiera sido que los Obispos cubanos en vez de basar la Pastoral en los Romanos 5 que dice: “nos gloriamos de nuestras tribulaciones, pues sabemos que sufriendo ganaremos aguante, aguantando nos aprueban, aprobados esperamos. Y la esperanza no defrauda" les hablaran al pueblo cubano con las palabras de Isaías: 61
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento, serán llamados robles de justicia
Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones. En vez de su doble confusión y deshonra, mi pueblo recibirá doble porción; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra y su alegría será eterna.
Nota: artículo recibido por correo electrónico.
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